Un fin de semana que valió un mes

Greca es de esos corralones de toda la vida: el que conocés desde chico, el que siempre tuvo al dueño —o al hijo, o al tío— atrás del mostrador, listo para atenderte con paciencia y complicidad de vecino. Y aun con ese espíritu de barrio, es uno de los grandes de la ciudad: de esos que crecieron, se expandieron y mueven volumen en serio, sin perder el gesto humano de “pasá, ya te atiendo”.

Un viernes a la tarde, llovizna finita y el depósito lleno hasta el techo —palets, bolsas de cemento apiladas como ladrillos de paciencia, rollos de membrana contra la pared— alguien dejó el mate arriba de una bolsa y tiró la frase que ordenó el tablero: “Hay que mover, pero sin rifar la marca.”

Los clientes respetaban a Greca, claro, pero la conversación venía fría y el espacio no daba más. Lo vimos claro: había que mover con estrategia, no con desesperación.

La idea, simple no es fácil

Propusimos condensar la energía en dos días. Un fin de semana fuerte, ordenado, atractivo. Que entrar al salón fuera simple de entender, sin ruidos ni humo. Un formato claro: precios especiales, alianzas con proveedores y una estética que llamara sin gritar.

Lo que preparamos, codo a codo. Mientras Greca ajustaba la oferta, nosotros encendimos la máquina:

  • Diseño visual para que cada pieza dijera lo mismo, sin improvisar.
  • Google + Meta Ads para prender la plaza.
  • YouTube, display, contenido orgánico y pauta: donde miraras, estaba la feria.
  • Radio y televisión, incluso una nota en vivo desde el salón.
  • Cartelería en la ciudad sosteniendo la narrativa.
  • Landing con sorteo que nos dio registro previo y calorcito de audiencia.
  • Equipo AV presente, resolviendo dudas y apagando microincendios antes de que existieran.

El día que la fila empezó antes de abrir

A las nueve ya había gente con planos doblados en el bolsillo, como si estuvieran entrando a rendir un final importante. Las promos habían calentado la calle los días previos.

Una señora entró con paso de mercado: “Vengo por la promo que vi en el cel”, mostró el QR del sorteo como salvoconducto, como un pase VIP. Un vecino se quedó clavado frente al local y dijo: “Hace años no venía… mirá qué lindo lo dejaron”.

El salón tenía esa mezcla entre feria y domingo de orden familiar. Banderines acomodados, cartelería fresca, precios visibles.

El equipo de Greca resolvía dudas en tres frases. Nosotros cuidábamos el flujo, el ritmo, la experiencia. Afuera, los banners se movían con el viento suave; adentro, la playlist sonaba en volumen de charla.

Con el correr de las horas empezaron a aparecer historias que valían más que cualquier KPI.

Una pareja joven —se les notaba el cansancio hermoso de quien está armando su primera casita— se acercó con una lista larga, prolija, doblada cuatro veces. Preguntaban con cuidado, haciendo cuentas en voz baja. Cada tanto se miraban como quien chequea si el sueño todavía entra en el presupuesto.

Al final, cerraron una compra enorme: todas las aberturas, bachas, griferías, materiales, todo lo que necesitaban para avanzar un mes entero de obra.

Ver cómo se cargaba ese camión fue casi cinematográfico. No solo por el volumen, sino por lo que significaba: dos personas que podían dar un paso gigante gracias a la feria. Un triunfo silencioso, íntimo, que hizo que más de uno se quedara mirando en silencio con una sonrisa.

Mientras tanto, del otro lado del salón, la jornada seguía viva: consultas, bolsas listos para llevar, debates de pasillo, decisiones rápidas. Cada tanto sonaba un “¿tenemos más de esto?” por WhatsApp del grupo operativo.

En el búnker improvisado ajustábamos anuncios al vuelo, respondíamos mensajes, chequeábamos métricas y reorganizábamos espacios. Todo en tiempo real. La feria respiraba y nosotros con ella.

A mitad de tarde, terminando de revisar planillas y sistema, se escuchó la frase que hizo aflojar hombros y encender sonrisas:
“Un éxito. Se vendió como un mes…”

Los números, que también cuentan

En dos días, se facturó lo que normalmente entra en un mes.
El resto acompañó:

  • +1.850.000 impresiones en redes.
  • 120.000 cuentas nuevas alcanzadas.
  • +1.800% de crecimiento en seguidores.
  • +26.400% de interacciones.
  • +100.000 personas impactadas en Meta Ads.
  • 1.000.000 de impresiones en Google.
  • 1.000 registros nuevos para la base de datos.

La voz de Greca

“Todo fue mejor de lo que esperábamos. Un éxito total. Gracias a vos y a toda la gente de AV que se puso esto al hombro. Se notó el alcance: gente que pasaba y decía ‘¡te vi en la tele!’. Gracias por la insistencia y la dedicación. Muchas gracias por estar en cada duda.”

Lo que nos quedó

Cuando un negocio de barrio con historia se moderniza sin perder su esencia, y todo se ordena para que la experiencia fluya, la feria deja de ser un “descuento” y se vuelve una excusa para recuperar confianza y activar relaciones.
El depósito respiró. La marca volvió a la calle. Y el formato quedó listo para repetirse con método, no con suerte.